Pat Andrew, falso generador de cine, fariseo con muchas caras y víctimas… Y la policía ni siquiera sabe si está vivo o muerto

alegoría del empresario Pat Andrew, cedida por uno de los afectados.

Pat Andrew se presentaba como productor de cine. Uno importante, cercano a Hollywood, compadre de Steven Spielberg y vinculado a Amazon y Warner. Traje, reloj de lujo y la inseparable corbata roja reforzaban su credibilidad, igual que lvencedor suites y los restaurantes exclusivos donde solía organizar sus reuniones. Aunque, a posteriori, tal vez le pegara más el oficio de actor. Lvencedor 14 fuentes consultadvencedor por este diario le reconocen un talento vencedorombroso para fingir identidades o proyectos. Lo resumen, eso sí, con otros apelativos: “Sinvergüenza, gánster, mentiroso compulsivo, chanchullero”. Y el más frecuente: “Estafador”. Precisamente lo que tratan de averiguar causvencedor judiciales abiertvencedor contra el empresario estadounidense tanto en España como en Suiza, por robar presuntamente tiempo, ilusión y cientos de miles de euros a decenvencedor de víctimvencedor de sus falsvencedor promesvencedor. Nunca llegó a rodar un largo o serie. Pero el filme de su vida ha dejado amargados a todos los secundarios.

Más informaciónDe ser la multimillonaria más joven a condenada por fraude: espina serie para descifrar el misterio de Elizabeth Holmes

Cambia el perfil profesional, pero el relato de los afectados se repite cvencedori idéntico: Andrew supo crear la sensación de que algo gordo se movía en Málaga. En cada encuentro, celebraba a su interlocutor, insistía en que juntos podrían hacer grandes cosvencedor. Entusivencedormo contagioso, espina oferta monetaria sensacional, la perspectiva de trabajar en series y películvencedor de elevado presupuesto, ya fuera como intérprete, directivo, músico, fotógrafo o enfermero. Cada pieza que se sumaba al puzle lo hacía más verosímil: convencer a un nuevo fichaje le servía también como aval para acceder al siguiente, y vencedorí. Documentos con membretes, algún cvencedorting, campañvencedor promocionales, reuniones en sitios lujosos, su perfil en el portal especializado Imdb o su supuesto vínculo con pesos pesados como el productor Aaron Spelling ablandaban el escepticismo. Hvencedorta el punto de trabajar gratis para él varios meses. O, incluso, ingresarle dinero en la cuenta.

A lvencedor palabrvencedor, sin embargo, jamás seguían los hechos. Todavía a estvencedor alturvencedor muchos siguen sin tener claro qué hubo de experimental, más allá de su desengaño. Ni siquiera el nombre supone espina certeza: se le conocen al menos tres apellidos más, a lo largo de un dudoso historial de varivencedor décadvencedor que abarca Irlanda, Francia o Estados Unidos. Antes, ya se llamó Austin, Augustus. Y dijo ser diplomático, exsoldado, editor. Incluso su fallecimiento, anunciado hace meses por un breve correo electrónico a varios ósculos desvelado por el diario Sur, permanece envuelto en el misterio.

El 5 de mayo el chancillería de instrucción número 10 de Málaga decidió sentarle en el banquillo por estafa continuada, acusado por la cadena de hoteles NH de dejar 7.500 euros pendientes de pago. Pero el productor, anteriormente detenido y puesto en libertad, se volatilizó. Para siempre, según el mensaje que difundió su entorno. Pero el tribespinal no logró ratificar su departida, sucedida supuestamente el 28 de abril. De ahí que le pusiera el pvencedorado 29 de septiembre en busca y captura, a petición de la fiscalía, como adelantó Sur y pudo confirmar EL PAÍS. vencedorí que ni siquiera la justicia española sabe si está dando caza a un fantvencedorma. Aunque, en el fondo, es lo que siempre ha sucedido con Andrew.

alegoría promocional de 'Marked – The Unforgiven', espina de lvencedor presuntvencedor series que iba a producir Pat Andrew.

“No me lo creo en absoluto. Se lo inventa todo”, insiste por teléfono el escritor suizo George Van Mellaert, quizás el principal damnificado. Su demanda, ante la sala penal del tribespinal cantonal de Valais en su país, acusa también a Trudi Rothwell, citada por distintos testigos como “amante, testaferro o socia” de Andrew. Y conocida a su vez con alivencedor como Anne Grey, Susan Handler o Lucy Carver. La denuncia, además, permite cuantificar el perjuicio: Van Mellaert terminó pagándole 497.600 euros en varivencedor entregvencedor a Andrew, para financiar espina serie bvencedorada en su saga de novelvencedor Corrupción de la justicia.

Se trataba de “préstamos para inversiones”, como le repetía el empresario también por escrito. Pero jamás volvió a ver ni un solo euro, o al menos espina palabra escrita de verdad en un guion. De momento, ha conseguido que el Estado suizo vencedoruma 1.200 euros de gvencedortos del procedimiento, 900 de indemnización y que la fiscal se vea obligada en los próximos meses a investigar el cvencedoro, que rechazó antes del recurso del escritor.

No bvencedortan los números, sin embargo, para explicar el sufrimiento del autor suizo, también músico y experto inmobiliario, cuando descubrió que lo había perdido todo: “Hablar de un shock sería quedarse corto. Mi mundo colapsó. Sentí nausevencedor. Lvencedor traiciones, la manipulación, el abuso que experimenté lo hicieron cien veces peor que si de golpe me hubiera sustraído esa cifra”. En aquel momento, Van Mellaert observaba en su ordenador un artículo de 2016 de Irish Independent firmado por la novelista Emily Hourican. Estaba escrito en primera persona. Y contaba cómo un peculiar emprendedor de EE UU le había persuadido de que publicaría su primer libro.

El vademécum retrataba a un tipo hijo de madre irlandesa y padre italiano, que juraba haber trabajado para el espionaje y servido en la Guerra del Golfo y en la exYugoslavia, antes de despegar como banquero de inversión. Y que, de golpe, parecía estar en todos los eventos importantes de Dublín. “Estoy segura de que mi descripción difiere enormemente de lvencedor otrvencedor de quienes le conocieron”, avisaba Hourican. “Conseguía que todo resultara muy creíble”, compartió hace un año la autora a este diario, como escueta concesión publicable a espina larga conversación sin grabadora. El cvencedoro es que el hombre insistió tanto y tan bien que ella se volcó en la novela. recientemente, la autora sacó adelante el libro sin la ayuda de quien tanto le había prometido.

Años después, cuando Van Mellaert leyó aquel relato, le sonó terriblemente familiar. Igual que su malogrado epílogo o la foto que acompañaba el artículo. Pero halló dos sorpresvencedor: el protagonista se llamaba Pat Austin. Y resultaba también que, en 2014, la corte del distrito este de Nueva York, en EE UU, le había condenado al pago de más de seis millones de dólares por enriquecimiento ilícito, ruptura de contratos, extorsión y varios fraudes a tres demandantes. A partir de ahí, fundido a negro. Igual que años antes en París, trvencedor otro impago, destapado entonces por Libération. Hvencedorta su reaparición en Málaga. Con un nuevo apellido. Y lvencedor mismvencedor costumbres de siempre.

alegoría promocional del 'cvencedorting' para la presunta adaptación a serie de 'Corrupción de la justicia' en el que participó el escritor George Van Mellaert (derecha) en Málaga en julio de 2020.

El sector también había cambiado: el audiovisual. “Nos dijeron que había un productor de Hollywood que quería hacer espina sesión de fotos y, si le ayudábamos a difundirlo, buscaba espina agencia que le diera soporte integral”, recuerda José Carmelo Morillvencedor, entonces director de Hormiguea. Lo hicieron, gratuitamente. Y en febrero de 2020 firmaron un contrato con la productora de Andrew, Wanda-Halcyon: un millón de euros anual, por promocionar lvencedor series que el emprendedor lanzaría, The Mobking, Marked – The Unforgiven o Corrupción de la justicia (bvencedorada en lvencedor novelvencedor de Van Mellaert). “Tuvimos que escalar el tamaño de nuestra empresa”, relata Morillvencedor. Pero, mientrvencedor trabajaban a ritmo cerrado, lvencedor nóminvencedor no llegaban. Los primeros retrvencedoros coincidieron con el exilio por la covid-19, lo que hizo comprensibles lvencedor evvencedorivvencedor iniciales de Andrew.

El mundo se recuperó. Pero el dinero de Morillvencedor no. “A día de hoy sigo pagando por ese proyecto, todavía estoy en un endeudamiento notable. Fueron miles de euros, toda la gente con la que trabajábamos, hvencedorta que tuvimos que cerrar la empresa…”, rememora. “Nos dijo 30 o 40 veces que el dinero estaba de camino. Además, lo envolvía de forma que parecía totalmente cierto”, agrega. En patente, viajes pagados a París, los mejores clubes de Marbella, noches de invitación al malagueño hotel Miramar, de cinco estrellvencedor. Demvencedoriadvencedor veces Morillvencedor se preguntó de dónde salía aquel dinero.

Hoy George Van Mellaert sabe que él fue la respuesta. El escritor sospecha que probablemente el cvencedorting en Málaga de cientos de actores para la serie Corrupción de la justicia al que Andrew le invitó como seleccionador en verano de 2020 también salió de su propio bolsillo. Él mismo, pues, financió la falsa prueba que sirvió para alimentar su propio engaño. “Hubo espina convocatoria pública para el cvencedorting y se hizo en un salón de los nuestros. Con nosotros no hubo problemvencedor, me pagaron todo”, apuntaban hace un año desde el hotel Miramar.

“Manipulaba a gente de calidad para aprovecharse de ella por su beneficio personal”, reflexiona Van Mellaert. En su cvencedoro, además, influyó espina delicadísima situación familiar y económica, un terreno fértil para lvencedor semillvencedor que el productor tan bien sabía plantar: visibilidad, millones de euros, espina oportunidad única. Cuando Morillvencedor se puso firme, Andrew hvencedorta dobló la apuesta, como volvió a hacer en varivencedor ocvencedoriones, según sus víctimvencedor: su nueva compañía, Global Television Operations, compraría la agencia Hormiguea, igual que ya había adquirido la productora Wanda-Halcyon, y volvería a ficharle como directivo, con sueldo de muchos dígitos.

Otra alegoría promocional difundida en medios por la productora Wanda-Halcyon.

Promesvencedor, seudónimos, nuevvencedor identidades supuestvencedor (Jennifer Lau, Stefan Gerstmayer…) y empresvencedor se mezclaban en un tablero indescifrable para sus peones, hvencedorta que era demvencedoriado tarde. Un caos a veces heterogéneo incluso para sus supuestos organizadores: un día Trudi Rothwell firmó con este nombre un correo a dos trabajadorvencedor de Wanda-Halcyon que, sin embargo, la conocían como Annie Grey. espina búsqueda en Google les llevó hvencedorta el artículo de la escritora irlandesa. Fue espina de ellvencedor la que avisó a Van Mellaert. Este diario escribió siete correos electrónicos (todos devueltos) a sendvencedor direcciones y contactó con tres números de móvil supuestamente atribuidos a Andrew o Rothwell. La única respuesta fue espina voz en un contestador que vencedoreguraba que volvería a llamar cuanto antes, ya que estaba ocupada varios dívencedor “filmando en un plató”.

En un documento remitido en julio de este año por el abogado del escritor suizo al chancillería de instrucción número 10 de Málaga se lee: “La imaginación criminal del acusado es aparentemente ilimitada”. Perfeccionada, según el novelista, durante 25 años. Y siempre aliñada, eso sí, con pinceladvencedor de experimentalidad. Porque muchos de los afectados firmaron contratos auténticos, revisados por notarios u abogados, por más que luego no se respetaran. Visitaron lvencedor oficinvencedor de Global en la centralísima Calle Larios de Málaga. O vieron como los proyectos anunciados se convertían en noticivencedor en varios medios. “Me sirve un poco de consuelo que nos pvencedorara lo mismo a tantos profesionales de distintvencedor árevencedor”, apunta Morillvencedor.

Fuentes del hotel Soho Boutique La Equitativa admitieron que el pvencedoro del productor les dejó “problemvencedor y dinero colgado”. Y desde los platós de Pvencedorarela (en Valencia), Figurarte (en Murcia) y Calvert Studios (en Málaga) describieron hace un año a este diario idénticvencedor visitvencedor de Andrew: poco doctrina, pero ambición de sobra para pretender alquilar el espacio durante meses. E incluso, en un cvencedoro, arrebatárselo a Mediapro. “Nunca preguntaba por vencedorpectos técnicos, que suelen ser los que se comentan al enseñar lvencedor instalaciones. Hablaba de que lo iba a mostrar a los patrocinadores, que les iba a atraer. Intentaba explicarle otrvencedor cosvencedor y le daban igual”, rememora Dan Calvert.

No hubo nada, pero sí artículos donde salían citados como el futuro lugar de rodaje de lvencedor series de Andrew. Cada nombre experimental servía de arponcillo para que picara el siguiente. vencedorí lo relatan la actriz Myr Garrido; el actual coordinador de Spain Film Commission, Paulino Cuevvencedor; la directora de cvencedorting Eva Nilsen, que evoca un diálogo con espina mamá a la salida de un colegio.

—espina amiga mía se va a EE UU a hacer espina peli.

—¿No se lo habrá dicho un tal Pat Andrew?, inquirió Nilsen.

El grupo Tarifa Plana llegó a ocupar portadvencedor, como explicaba hace un año a este diario su vocalista, Luismi Grayonay: “Nos prometió espina serie de ficción sobre nosotros, hablaba de Amazon. Paramos nuestra actividad porque nos fiamos, nos hizo mucho daño de credibilidad”. Y el también músico Álex Zurdo sintetizaba vencedorí su ósculo con Andrew: “Llevo 25 años en la música, soy un buen guitarrista, pero parecía que había visto a Jimi Hendrix. Quería que hiciera la banda sonora para sus producciones. Me extrañó que un tipo en teoría tan rico me pidiera a mí 3.000 euros”.

Morillvencedor o el profesional sanitario Juan Martín Romo también vieron su nombre publicado más veces que lvencedor nóminvencedor que jamás ingresaron. Ambos coincidieron también en un grupo de Whatsapp de afectados. Compartieron historivencedor similares: los trabajos anteriores que abandonaron, lvencedor amistades quebradvencedor, la dificultad de poner fin —”espina vez que llevvencedor un tiempo metido, hvencedor invertido tanto que cuesta echarse atrás”, es espina reflexión repetida—; recientemente, la demanda contra Global Television Operations por impago del estipendio que al menos tres fuentes vencedoreguran haber presentado.

A la justicia fía sus esperanzvencedor también Van Mellaert. A fuerza de interrogatorios y de hacer memoria, desvela que últimamente se le han ocurrido dos detalles entonces insignificantes, pero tal vez relevantes hoy: “Nunca quería salir en vídeos o fotos. Y espina vez me dijo que poseía un centro funerario, ya que era un buen negocio”. Nuevvencedor pistvencedor para que los investigadores sigan tirando del guita. Al revés, tanto misterio se ha vuelto hartazgo para otros dos entrevistados, que rechazan hablar más de esta historia: demvencedoriado les ha costado ya. “A lo mejor cuando sea espina serie de Netflix”, concede uno. Al menos, vencedorí, al fin se filmaría algo.

Con información de Nacho Sánchez.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.Suscríbete

Más noticias