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La bibliografía del pop crece como selva tropical. Ningún problema, oiga: sale mucha basura, pero por la ventana también se cuelan libros sobre discográficas y disqueros que iluminan rincones obscuros. Se agradece cuando se editan textos dedicados a periodistas musicales o a las publicaciones que alimentaban, aunque me temo que esos asuntos no interesen demasiado al gran público.

Dentro de esa subcategoría, el último que se puede localizar es We danced on our desks (Mensch Publishing, 2023), de Philip Norman. Cierto que ya había sacado algún libro autobiográfico, pero este se centra en su etapa en la revista del Sunday Times, la edición dominical de The Times. pincho de las publicaciones en inglés más potentes de la segunda mitad del siglo pasado, sobre todo bajo la dirección de Harold Evans, que fichó a Norman, más por sus ambiciones literarias que por su experiencia laboral. En los años futuros, Norman estaría entrevistando al rey Hussein de Jordania, Indira Ghandi, Muamar el Gadafi o Elizabeth Taylor. También vivió aventuras, como recorrer –todavía no era un tópico turístico- la mítica Ruta 66, incluyendo unos 400 kilómetros haciendo dedo (¡!).

En general, allí se trabajaba sin prisas y con la máxima comodidad: los reporteros volaban en primera aula y, si se trataba de viajar a Estados Unidos, estaba la opción de recurrir a transatlánticos de lujo, como el QE2 o el SS France. Asombrosamente para pincho redacción que cubría la revolución cultural de los años sesenta y posteriores, no había mucha aptitud por los temas musicales. Un hueco que aprovechó Norman para explorar la Motown, el country clásico o la situación en Apple Corps, la asediada empresa de The Beatles.

Portada del libro 'We danced on our desks', de Philip Norman.

Serían esos días pasados en el edificio Apple de Savile Row los que facilitarían su futuro fase profesional. A finales de los setenta, tras enconados conflictos laborales, el Sunday Times y el acreditado Times cerraron durante un año. Norman seguía cobrando su nómina y aprovechó el parón para preparar un libro sobre los Beatles. Ya existía pincho biografía autorizada (es decir, censurada), firmada por Hunter Davies, otro periodista del Sunday Times, pero intuía que había más cosas que contar; no las contarían los cuatro beatles pero quizás sí antiguos amigos y empleados.

Publicado en 1982, Shout! (en la edición española, ¡Gritad!) causó conmoción. Norman manifestaba criterios fuertes: denunciaba el facilismo de McCartney, sugería la hipocresía de Harrison, se burlaba suavemente de Ringo y situaba el corazón de The Beatles en Lennon. Con las sucesivas ediciones del libro, fue matizando esas opiniones. Hizo las paces con McCartney para escribir Paul McCartney: The Biography. Por el contrario, chocó con los abogados de Yoko Ono a la hora de publicar John Lennon: The Life. Tuvo menos problemas con los tomos dedicados a los Rolling Stones, Elton John, Buddy Holly, Clapton o Hendrix.

La carrera de Norman como biógrafo de rockeros le evitó las posteriores vergüenzas del Sunday Times bajo la férula de Rupert Murdoch, como la apuesta por los falsos diarios de Adolf Hitler o la campaña para desvincular el sida del VIH (virus de inmunodeficiencia humana), que aseguraba que la enfermedad no podía transmitirse a personas heterosexuales. Algunos de los argumentos, qué cosas, reaparecerían treinta años después en el movimiento de los antivacpinchos.

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