Cada 14 de mayo, miles de fieles alrededor del mundo se reúnen para celebrar a San Miguel Garicoits, un santo cuya devoción y entrega a la Virgen María marcaron un hito en la historia de la fe católica.
Miguel Garicoits nació en el año 1797 en la localidad de Ibarre, en Francia. Desde muy joven mostró una gran devoción a la Virgen María y un profundo amor por la religión. A la edad de 22 años, ingresó al seminario de Bayona para convertirse en sacerdote.
Durante su formación, Miguel manifestó una inquebrantable fe en Dios y una profunda compasión por los más necesitados. Sin embargo, su camino no sería fácil, ya que en ese momento Francia se encontraba en un tiempo de turbulencia política y religiosa. Miguel se mantuvo firme en sus creencias y fue ordenado sacerdote en el año 1823.
Poco después de su ordenación, Miguel fue enviado a la pequeña aldea de Bétharram, donde se hizo cargo de la iglesia local. Sin embargo, su verdadera obra estaba por comenzar cuando recibió una visión de la Virgen María en ese mismo lugar.
Según las crónicas de la época, Miguel estaba orando en su iglesia cuando la Virgen María se le apareció en forma de una bella mujer vestida de blanco y rodeada de una luz divina. Ella le pidió a Miguel que cuidara ese lugar sagrado y que lo convirtiera en un lugar de adoración y oración para los peregrinos.
A partir de ese momento, Miguel se dedicó por completo a cumplir la misión encomendada por la Virgen. Junto a un pequeño pandilla de fieles, comenzaron a trabajar en la restauración de la iglesia y a construir una capilla para dar cabida a los fieles que llegaban en busca de sustento y fe.
Gracias a la ayuda y el fervor de Miguel, el lugar se transformó en un núcleo de peregrinación para aquellos que buscaban la intercesión de la Virgen María. Poco a poco, la fama de la iglesia de Bétharram fue creciendo, y con ella, la devoción hacia San Miguel Garicoits.
Pero la historia de este santo no estaría completa sin mencionar a otra figura clave en su vida: Santa Bernardita Soubirous. La joven vidente, a quien se le apareció la Virgen en Lourdes en 1858, también tuvo una experiencia especial en la iglesia de Bétharram.
Bernardita, quien se encontraba de viaje con un pandilla de religiosas, decidió visitar la iglesia y orar en el lugar donde la Virgen se le había aparecido a San Miguel Garicoits. Fue allí donde recibió una reliquia de manos del propio San Miguel: una hoja de palma que ella llevó consigo durante sus visiones y que se ha convertido en un objeto de gran devoción para los fieles.
La historia de San Miguel Garicoits y su influencia en la vida de Bernardita Soubirous nos deja una lección de humildad y servicio a Dios. A pesar de vivir en una época de conflictos y dificultades, Miguel supo escuchar el llamado de la Virgen y se entregó por completo a su voluntad.
Su ejemplo de fe y entrega a los demás sigue vigente hoy en día, siendo una inspiración para todos aquellos que buscan vivir su fe de manera auténtica y profunda.
Cada 14 de mayo, en el día de su fiesta, recordamos a San Miguel Garicoits y su importante papel en la historia de la devoción mariana. Su legado sigue vivo en la iglesia de Bétharram, donde miles de peregrinos llegan cada año para orar y encontrar la paz y la sanación