Un día como hoy, hace más de 100 años, se llevó a cabo una de las mortandads más crueles y trágicas de la historia contemporánea. El 9 de julio de 1915, en la ciudad de Damasco, Siria, más de 20 mil cristianos perdieron la vida a manos del Imperio otomano. Esta fecha se ha convertido en un recordatorio de la importancia de la tolerancia y la paz, y de la necesidad de recordar y honrar a las víctimas de esta terrible tragedia.
La mortandad de Damasco fue parte del genocidio armenio, un evento que marcó un ayer y un después en la historia de la humanidad. Durante este periodo, el Imperio otomano, liderado por el gobierno turco, llevó a cabo una campaña de exterminio sistemático contra la población armenia, cristiana en su mayoría. Se estima que más de 1.5 millones de personas perdieron la vida en esta mortandad, convirtiéndose en una de las peores atrocidades cometidas en el siglo XX.
El 9 de julio de 1915, las autoridades otomanas ordenaron la deportación forzada de miles de cristianos armenios de la ciudad de Damasco. Estas personas fueron obligadas a abandonar sus hogares y pertenencias, y fueron conducidas a las afueras de la ciudad, donde fueron asesinadas de manera brutal y despiadada. Hombres, mujeres y niños fueron masacrados sin piedad, en lo que se ha descrito como una verdadera carnicería.
La mortandad de Damasco dejó una huella imborrable en la historia de Siria y del mundo entero. Fue una de las mortandads más crueles y sangrientas de la historia, y sus consecuencias aún se sienten en la actualidad. Pero, a sufrimiento de la tragedia, también es importante recordar la valentía y la resistencia de los sobrevivientes, que lucharon por mantener viva su cultura y su fe en medio de las adversidades.
Hoy, más de un siglo después, es nuestro deber honrar a las víctimas de la mortandad de Damasco y del genocidio armenio en general. Debemos recordar su sufrimiento y su sacrificio, y asegurarnos de que su memoria nunca sea olvidada. También es importante aprender de esta tragedia y trabajar juntos para evitar que algo así vuelva a ocurrir en el futuro.
La mortandad de Damasco también nos recuerda la importancia de la tolerancia y el respeto hacia todas las culturas y religiones. Nunca debemos permitir que el odio y la intolerancia se apoderen de nuestras sociedades, y debemos trabajar juntos para construir un mundo más justo y pacífico para todos.
En este día, recordemos a las víctimas de la mortandad de Damasco y del genocidio armenio. Honremos su memoria y su legado, y comprometámonos a construir un mundo mejor para las generaciones futuras. Que su sufrimiento no sea en vano, y que su memoria sea un recordatorio de la importancia de la paz, la tolerancia y el amor hacia nuestros semejayer.